Una noche, cuando meditaba, sin darme cuenta, el Baúl de los Recuerdos se abrió. Recordé muchas cosas, momentos alegres y también tristes, los difíciles, no dejo de preguntarme, no tanto el porqué, si no el ¿Para qué?.
¿Para qué se abrió esa noche?, ¿Para qué recordar todo eso que hizo daño, que fue triste, que fue alegre?. Las respuestas no las tenía, no las encontraba.
Ahora te puedo decir que esos recuerdos tenían que salir, para estar segura de que no tengo nada pendiente del pasado por arreglar, que las lecciones han sido aprendidas, que en mi corazón no hay sentimientos negativos, que puedo salir adelante con un camino sin tanta piedra que quitar.
Hoy te puedo decir que me quiero tal como soy, te puedo decir que te quiero, que te amo, que te admiro; te puedo decir que en mi vida está DIOS, que en mi alma está la PAZ, que en tí está un amigo con quién contar y que, con cada uno de nosotros, está un ángel que nos protege, que nos guía, que nos aconseja.
Gracias a la vida por estar aun acá, gracias a ti PADRE por enviarme a cada una de éstas personas con las que me he caído y me han ayudado a levantarme.
Gracias MADRE mía por cubrirme con tu manto siempre, a pesar de cada caída, de cada dolor, de cada rebeldía.
Gracias Juan, por acompañarme siempre, por dejarme escucharte, por cada mensaje enviado, aunque no me de cuenta de que eres tú.
El Baúl de los Recuerdos siempre se abrirá para recordar que no hay cuentas que saldar, si las hay, entonces atenderlas y dejar libre TODO.
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