23 años atrás lo conocí, lo sucrí y con el pasar de los años lo comprendí. Ahora sospechas hay de su visita, de nuevo la angustia, el temor, la incertidumbre reaparecen, invaden mi centro familiar.
Pero también al rescate llegan la luz que emanan cada uno de mis queridas amigas guerreras de luz, recordándome que soy una de ellas, que Dios es mi escudo, mi bandera, que mi Madre Celestial cubriéndome está porque la no hay que dejarla quebrantar. La Corte Celestial está conmigo, no me abandonan.
Lecciones tengo que aprender y toros al que faenas haré y con la ayuda de mis seres queridos triunfaré. Se vale caerse pero más rápido me levantaré. La palabra de Dios será mi armadura, mi vida le pertenece y sabe el porqué y el para qué manda estas pruebas.
La lección más grande que me deja es enfrentar al toro directamente y con valor. Atravieso un enfrentamiento del que ahora es incierto, pero las porras me ayudarán.
GRACIAS FAMILIA, por estar conmigo en estos momentos, cada uno es diferente, pero ahora confirmo que sí somos una familia, me siento parte de ustedes. LOS QUIERO.
Rossana Peniche E.
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